Es probable que hayas leído frases como “los tres secretos del emprendedor exitoso” en internet.
Esos títulos llamativos prometen fórmulas mágicas para alcanzar algo —sea lo que sea— en tres pasos o menos.
Lo llaman “gancho”, y sí, confieso que yo también lo usé.
Pero si estás acá, te pido que no te vayas. Este no es un texto más.
Mi intención no es darte un paso a paso para llegar a ninguna cima.
Mi intención es compartir algo que a mí me cambió. Algo que me costó tiempo, lágrimas y verdad.
Si este escrito logra tocarte en algún punto donde todavía hay preguntas, dudas o dolor, entonces será un sueño cumplido.
Lanzarme a vivir con propósito no fue fácil.
Al principio, estaba llena de miedos, creencias heredadas y voces internas que me decían que no iba a poder, que no era para mí.
Quería vivir de lo que amaba, pero también quería dejar de sobrevivir emocional, espiritual y económicamente.
Ahí empezó todo: el conflicto entre lo que soñaba y lo que creía posible.
Me costaba mostrar lo que hacía.
Me daba vergüenza hablar de lo que ofrecía, incluso sabiendo que podía ayudar a otros.
¿Por qué?
Porque no se trata solo de mostrar un producto o una idea… se trata de mostrarte a vos, y eso puede dar miedo. Mucho.
¿Te suena familiar?
Quizás a vos también te dijeron que no ibas a lograrlo, que era un sueño demasiado grande, que mejor no arriesgarse.
Creíste que la abundancia era para otros, que vos tenías que conformarte.
Te sentiste solo o rara, como si tu forma de ver el mundo fuera demasiado sensible, demasiado loca o demasiado “espiritual” para esta sociedad.
Por eso empecé con esta introducción: porque lo que venimos a emprender no es una marca, un negocio o un objetivo.
Lo que venimos a emprender es la vida.
Para eso, tenemos que volver al origen.
A lo que creemos sobre nosotros, al éxito, y a lo que sentimos cuando imaginamos una vida plena.
Si tenés a mano papel y lápiz, te invito a hacerte algunas preguntas:
- ¿Qué te dijeron sobre el éxito?
- ¿Creés que es para vos?
- ¿Lo merecés?
- ¿Estás listo para sostenerlo si llega?
- ¿Te animás a desearlo de verdad?
Tal vez muchas de esas respuestas, hoy, sean negativas.
Y está bien. Porque si llegaste hasta acá leyendo estas líneas, es que hay algo en vos que ya está listo para evolucionar.
Estás preparado para mirar más allá de lo obvio, de lo que aprendiste.
Antes hablaba de “emprendimientos” o de “negocios”.
Hoy sé que todo eso es apenas una excusa.
El verdadero viaje es hacia adentro.
Y no hay dos caminos iguales, porque no hay dos personas iguales.
Cada una de tus heridas tiene una historia.
Cada bloqueo emocional, una raíz.
Cada miedo, un nombre.
Y todo eso que sos —con lo que duele, incomoda y no encaja— es justamente lo que te vuelve único.
Tu camino no se trata de seguir fórmulas. Se trata de recordar tu verdad.
El secreto es que no hay secretos.
Hay caminos. Hay decisiones. Hay pruebas y errores.
Hay momentos de oscuridad que te invitan a ver más claro.
Y hay una parte de vos que lo sabe.
Que ya sabe lo que tiene que hacer.
Solo necesita silencio para escucharse.
Sí, también hay frustración.
Te vas a caer. Vas a sentir que no avanza, que no sirve, que no podés más.
Y ahí está la clave: ¿qué te está mostrando ese momento?
¿Qué parte de tu historia pide ser sanada, reconfigurada, honrada?
La vida no es lineal. Tampoco lo es tu crecimiento.
No se trata de llegar, se trata de estar.
De habitarte mientras lo intentás.
De vivir en coherencia mientras descubrís quién sos.
Y no, no tenés que hacer 200 terapias.
Pero sí podés empezar a hacerte cargo de tu presente.
Porque todo lo que proyectás en tu vida externa tiene una raíz interna.
Lo que falta afuera es lo que está pidiendo ser mirado adentro.
Las personas que logran construir una vida con sentido no son las que tienen suerte.
Son las que no se rinden.
Las que se eligen cada día.
Las que se comprometen con su proceso, aunque no sepan bien a dónde lleva.
¿Y sabés qué más?
Las que aprenden a disfrutar.
A encontrar el propósito en el mientras tanto.
A dejar de sufrir en el camino y empezar a vivirlo con gratitud, con entrega, con amor.
No se trata de llegar a ningún lado.
Se trata de caminar.
La vida es ahora.
Este instante también forma parte del sueño.
Incluso cuando no lo parece.
Ojalá este texto te haya servido para mirar hacia adentro.
Para comprender que no hay atajos.
Que la riqueza que buscás —emocional, espiritual o material— nace cuando tu mente, tu cuerpo y tu alma se alinean.
Y que lo más importante no es lo que logres… sino en quién te convertís mientras lo hacés.
Te invito a ver en los demás articulos de mi blog en https://lauradagostino.comblog/ y mis redes sociales con el contenido que subo a diario https://www.instagram.com/lauradagostinook/
Un abrazo grande,
Laura.
Comentarios recientes